Hubo un tiempo en que yo tenía un blog. Era feliz. Nadie me denunciaba. Leía cosas de calidad y sobre todo, no perdía tanto el tiempo leyendo tonterías. Yo también me creí que las redes sociales me llevarían a más gente. Era verdad, llegabas a más gente, pero hoy me pregunto ¿para qué?.
El 90% de lo que veo en Facebook, es basura, exeptuando las fotos de cumpleaños y viajes de amigos que conozco. Instagram no soy capaz de cogerle el tranquillo. TikTok me entretiene, pero tiene el problema del enganche, por solo lo utilizo en el autobús cuando vuelvo del trabajo. Twitter es la red del odio. Te informas y te desinformas a la vez que sacas lo peor de ti mismo.
Lo último, que me quitaran una foto de mi madre (culpa mía por ponerla) en Facebook y que éste no haga nada ni yo pueda hacer nada contra la multinacional META, me aburre. Utilizaré Facebook porque me interesan grupos en los que estoy, contactos para la radio, etc... pero no me llena. Me cansa, me aburre y sobre todo, me inquieta. Vuelvo a Blogger. Tengo ya un blog en Wordpress sobre reiki, que pago, y a ver si no lo mando a hacer puñetas también.
¿Os acordáis cuando ibas a comprar lechugas a la tienda y te regalaban un móvil? ¡Para qué lo quiero yo! decíamos.... nos engancharon. Hoy es vital. No podemos salir a la calle sin móvil, nos crea ansiedad. Lo mismo pasa hoy. Si quieres que te vean en las redes sociales, tienes que pagar. Si quieres aparecer en los buscadores, te tienes que volver loco con el algoritmo de Google y pagar, pagar y pagar.
Estoy cansado. Vuelvo al sitio de antes, mi blog (pondré una copia en Facebook en un página). Escribiré cosas nuevas, no pamplinas. No quiero perder el tiempo ni hacerlo perder. Volver a empezar. Al blog. Porque ahí empezó todo.
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